Su servidor ama a Tabasco desde hace 40 años que llegó a acá. Aquí ha hecho sus mejores amigos y compañeros de trabajo. Ha observado los errores de muchos. Los periodistas solemos atacar a los que consideramos son nuestros enemigos, pero nunca decimos: “Pero si tu corriges esto y esto, resolverás esto”.
No, es “duro, a las patas y a la cabeza”, Somos muy chingones para criticar el mal ajeno, pero no decimos cómo podremos resolverlo. Y no veo a nadie resolviéndolo. Las madrizas a la ex secretaria de Educación, Egla Cornelio fueron memorables. Un día la señora, hastiada quizá de las madrizas que le pegábamos los periodistas, renunció, nos mentó la madre y dejó a un sustituto que –obviamente- ya no resolvió nada.
En estos tiempos que tengo de ser periodista conocí a una mujer de nombre Beatriz Luque, en tiempos del “Chelo” Granier. Esta mujer sí que se preocupaba por el desastroso lugar 32 (el último lugar) que ocupa Tabasco en el des (concierto) de la educación en la república.
Intentó mover a Tabasco hacia mejores lugares. Las madrizas de los periodistas se intensificaron y Beatriz, humildemente, entendió que la calidad de la educación Tabasco pasa por la corrupción que pasa en nuestra política.
¿Cómo llegó esa corrupción? Un día de 1988, en tiempos del presidente Carlos Salinas de Gortari, su secretario de educación le dijo: “Ya deje de preocuparse por la educación en los estados. Envíeles el dinero que le piden y que esos cabrones lo resuelvan.
Entonces llego a Tabasco todo el dinero del mundo y los maestros, a través de sus sindicatos de irresponsables y huevones, se dedicaron a hacer negocios. La educación en Tabasco, entonces, se corrompió.
Hoy le pedimos a Patricia Iparrea que haga milagros, pero ella, para empezar, no hace magia. Es una muchacha honesta, Primero, quitémosle a los seis dizques “líderes” que a cada rato se la hacen de “pedo”. Si no se los quitamos, ella no podrá con el cargo. Ella quiere, pero su sector está lleno de gente sucia que no quiere cambiar…