La primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, se comprometió a continuar con el humanismo mexicano durante su primer discurso a la nación, en el que recalcó diez de las bases de esta política, prometiendo además un respeto total a las libertades de todos los mexicanos en materia de culto, prensa, reunión, movilización, etc.
Al referirse a lo que consideró los principios fundamentales del humanismo mexicano, Sheinbaum Pardo enfatizó que no puede haber un gobierno rico con un pueblo pobre. Rememoró frases históricas como “Prohibido Prohibir” y “Por el Bien de Todos, Primero los Pobres,” las cuales fueron vitoreadas por legisladores e invitados presentes en el salón de sesiones.
Además de reiterar el respeto a todas las libertades, la primera mujer en asumir la titularidad del Ejecutivo aseguró que jamás utilizará la fuerza del Estado para reprimir al pueblo, acusando de mentir a quienes digan que en su gobierno habrá autoritarismo.
Finalmente, la presidenta no pasó por alto la oportunidad de condenar el clasismo, recordando que la democracia es el gobierno del pueblo, a quien dijo que se deberá en todo momento durante su mandato, que concluirá en 2030.