Oración de doble filo para Ifigenia y el “Chelo Gaceta”

Por Homero T. Calderón

México, nuestro país, es una sociedad heterogénea. Convergen carniceros, como Gustavo Diaz Ordaz, patriotas como Francisco I. Madero y José María Pino Suárez; mentirosos como Vicente Fox; demócratas como Pofirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas y Rodolfo González Guevara cuando se fueron del PRI; Ladrones y fulleros como los que se fueron a Andorra a depositar miles de millones de dólares robados al erario; y los románticos.
Cuando Muñoz Ledo, Cuauhtémoc y González Guevara se fueron del PRI, una mujer universitaria apareció en la palestra pública y la conquistó. Ella fue doña Ifigenia Martínez de Navarrete. Hoy domingo murió siendo jefa en la Cámara de Diputados. Nunca la olvidaremos. Fue esa mujer que equilibraba cualquier diálogo o discusión pública. A su muerte llegó con 98 años de edad.
Hoy que pergeño estas líneas la recuerdo como una madre de aquellos que no tuvieron madre a la hora de fallarle al país, como Peña Nieto o Felipe Calderón
Como en el poema de José Santos Chocano “El Idilio de los volcanes, le diré: duerme en paz, Ifigenia querida, Nunca los tiempos borrarán tu esencia, eterna como el amor”. Amén”….
ORACIÓN POR VICTOR M. PEREZ ROMÁN….Hace quizá diez días que dejó esta realidad tan sutilmente tabasqueña, el periodista y gran conversador de café, el famoso “Chelo Gaceta”. Cuando hace 40 años llegué a Tabasco, el “Chelo Gaceta” me dio un consejo que yo no necesitaba pero que trato de explicarme en mis últimos días como hombre de periodismo: “Nunca te peleeés con el dinero”. Obviamente, el dinero siempre estuvo peleado conmigo
Hoy a diez días de su partida al éter que el Gran arquitecto del Universo disemina por todos sus dominios del Universo, recuerdo su vieja y entrañable amistad.
Fue Victor Manuel un ser humano excepcional. Éramos tan unidos en esto de las redes sociales que un mes antes de su muerte, me envió un mensaje que me dolió hasta el último hueso de mi alma: “Estoy enfermo, amigo”. Nunca me dijo de qué, pero su ausencia en mi vida es de un gran vacío. De esos vacíos que solo pueden ser llenados por el Gran Señor de Señores, Dios. A él, querido Dios, tu que lo conociste a fondo te pido: “perdona sus errores, perdona los míos y dále una vida eterna junto a tus mejores tareas. Bendícennos a todos, querido Señor porque cada paso que damos es con tu permiso y protección. Te encargo a mis hijos, dáles tus bendiciones y tu protección. Y a mi, dame, si te queda, un mucho de amor por mis demá compañeros del periodismo con los que ya convivo desde hace más de 40 años. Alabado sea tu nombre, mi Señor Dios. Tus bendiciones me hacen disfrutar cada instante de la vida que me sigues proporcionando. Bendito seas, querido Señor. Amén….

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